Como padre soltero, equilibrar las exigencias de la vida diaria mientras se fomenta la paz y la conexión en el hogar puede ser increíblemente difícil. No estás solo en este viaje. Mediante la guía de Dios, es posible encontrar la fuerza y prosperar en tu función como padre o madre.
Sea cual sea tu historia, ser padre o madre soltera es duro. Cuando uno se convierte en padre o madre soltera, se ve inmerso en un ciclo interminable en el que tiene que equilibrar el mantenimiento del hogar, los hijos, el trabajo y el cuidado personal. Este delicado acto de malabarismo puede ser abrumador y francamente agotador.
Los momentos de alegría suelen ir acompañados de sentimientos de soledad, lo que deja la sensación de anhelar un compañero.
En los momentos de caos, agotamiento y soledad, es importante permanecer cerca de Jesús y tener las Escrituras guardadas en lo más profundo de nuestro espíritu para poder apoyarnos en ellas.
Aquí presentamos algunos versículos que conviene memorizar:
· «…pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; levantarán el vuelo como las águilas, correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán» (Isaías 40:3, NVI).
· «…pero él me dijo: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por lo tanto, gustosamente presumiré más bien de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo» (2 Corintios 12:9, NVI).
· «…sana a los de corazón quebrantado y venda sus heridas» (Salmo 147:3 NVI).
· «Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, mas para Dios todo es posible» (Mateo 19:26 NVI).
Cuando nuestro corazón está bien, nuestra cabeza empieza a despejarse. Al meditar en las Escrituras dejamos que nuestros pensamientos se alineen con la voluntad de Dios y nos damos cuenta de nuestro propósito terrenal y de la increíble responsabilidad de criar a un hijo para que crezca y ame a Jesús.
Aunque la crianza de los hijos no es una tarea fácil, y se torna aún más difícil sin una pareja, con la ayuda de Cristo es posible. Recordemos que debemos apoyarnos en la fortaleza que el Señor Jesús no da y buscarlo cada día para que nos guíe y nos dé paz.
Además, debemos tomar medidas prácticas para establecer una atmósfera de paz y alegría en el hogar que reducirá la tensión y el estrés que pueden acumularse fácilmente en un hogar monoparental. Considera estos tres pasos para conseguir el éxito en un hogar monoparental:
1. Examina tus rutinas. Muchas familias viven hoy en un constante «ir y venir». Corriendo de una actividad o acontecimiento a otro, muchos padres pasan la mayor parte de su tiempo libre conduciendo para sus hijos. Para aliviar el ritmo apresurado, considera la posibilidad de dividir la semana para escapar de la monotonía. Cuando nos «atascamos en la rutina», los días y las semanas se hacen largos y parecen un ciclo interminable de ajetreo. Considera la posibilidad de
planificar pequeñas actividades a lo largo de la semana que a ti y a tus hijos les emocione compartir. Algunas ideas pueden ser salir a comer, hacer un picnic en el parque, invitar a un amigo a cenar o quedarse en casa y aprender juntos un nuevo juego. Independientemente de lo que escojan, asegúrate de que sea algo divertido y sin estrés, algo que todos esperen con verdadera ilusión a medida que se acerca ese día tan especial.
2. Cuida de ti mismo. El autocuidado es importante para los padres, y es esencial para las familias monoparentales. Si uno no se cuida a sí mismo, no podrá cuidar de sus hijos de la mejor manera posible. Puede que te parezca que «no tienes tiempo», pero el autocuidado puede realizarse en tan solo 15 minutos. Al menos una tarde a la semana, regálate una pausa para «cuidarte». Disfruta de tu café favorito, escucha un audiolibro mientras los niños juegan fuera, mira un episodio de tu serie favorita después de que los niños se vayan a la cama, o programa una llamada de 10 minutos con un amigo(a) solo para ponerte al día. Estos momentos de autocuidado rápidos y sencillos son una forma estupenda de mantener la salud física y emocional.
3. Establece el tono. ¿Cómo es, huele y se siente el ambiente en tu hogar? Puede parecer una tontería sin importancia, pero la estética de un hogar puede marcar la pauta para quienes viven en él. Las casas no tienen por qué estar impecables, perfectamente organizadas o ser visualmente deslumbrantes para crear un ambiente sano y alegre. El espacio en el que convive una familia debe ser un lugar en el que la familia se sienta cómoda y encuentre frescor y descanso. Esto es difícil de conseguir en una casa llena de basura, juguetes, platos sucios y mala iluminación. Basta con amontonar los juguetes, hacer las camas, abrir las cortinas de las ventanas o encender una vela para cambiar por completo el ambiente. Intenta incorporar un cambio sencillo, como comprometerte a abrir las ventanas durante una hora cada día, o empezar a hacer las camas de todas las mañanas, o incluso hacer una tanda de lavado de ropa o de platos antes de acostarte por la noche, y verás qué diferencia se nota en tu hogar.
Al final, el papel de un padre o una madre es hacer discípulos de Jesucristo para toda la vida. Cuando uno dedica tiempo a crear intencionalmente recuerdos saludables, cuidarse bien y crear un ambiente hogareño que dé vida, el discipulado se hace mucho más fácil. Estos hábitos saludables sientan las bases para transmitir tu fe y tus valores a corazones y mentes jóvenes que son capaces de recibir y procesar lo que se les está impartiendo.