A menudo, la manera más efectiva de apoyar a nuestros hijos es comprender mejor sus necesidades. Reconocer la conexión entre el TDAH y los problemas de memoria nos permite abordar la crianza con empatía y entendimiento, lo que nos permite mirar más allá de las conductas y comprender verdaderamente el corazón de nuestros hijos.
Yo era expresiva, clara y hablaba con calma, manteniendo el contacto visual; entonces, ¿por qué mi hijo no recordaba lo que le pedía que hiciera? ¿Era porque no le importaba o porque la motivación de los niños de 12 años parece disminuir progresivamente en la adolescencia? En cualquier caso, nada funcionaba. Mis «consecuencias», mis discursos motivadores y el hecho de permitir que se produjeran consecuencias naturales no ayudaban a mi hijo a completar sus tareas y deberes diarios.
Lo que me hubiera gustado saber hace muchos años es la relación entre TDAH y algo llamado memoria de trabajo[1] (N. del T. también se traduce como memoria a corto plazo o funcional). En términos sencillos, la memoria de trabajo es, en parte, la información que nuestro cerebro retiene durante breves periodos de tiempo para realizar determinadas tareas. Esto significa que cosas como recordar y ejecutar instrucciones de varios pasos sin perder la noción de lo que se está haciendo es increíblemente difícil para las personas con deficiencias en la memoria de trabajo.
Como señalaba un artículo de 2024 del Child Mind Institute[2], estos lapsus en la memoria de trabajo pueden interpretarse a menudo como problemas de comportamiento. El artículo dice: «Cuando no logran seguir una serie de instrucciones lucen como desmotivados o incluso oposicionistas, lo que puede provocar conflictos con profesores y padres y llevarlos a acusaciones de no ser lo suficiente esforzados».
Cuando empecé a entender la memoria de trabajo y su impacto en los niños, especialmente en los que padecen TDAH, me di cuenta de que no se trataba de que mi hijo no quisiera hacer las cosas que le había dicho, sino que no podía ya que su cerebro no era capaz de procesar todas mis instrucciones. Cuando por fin fui capaz de cambiar mi forma de entender su comportamiento de «no quiero» a «no puedo», descubrí que necesitaba de mayor comprensión y algunas facilidades, y no de otro sermón.
Cuando empecé a buscar maneras de ayudar a mi hijo a completar sus tareas diarias, me encontré con 1 Samuel 16:7 que dice: «El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón» (NTV). Al leer las palabras de este versículo, empecé a pedir al Señor que me ayudara a mirar más allá de las «apariencias» externas de los comportamientos de mi hijo y me ayudara a ver su corazón.
Si bien es cierto que hay ocasiones en las que es necesario abordar y corregir los malos comportamientos, es importante también que miremos más allá de los comportamientos, con la ayuda del Señor, y busquemos en el corazón de nuestros hijos para descubrir cualquier cosa que pueda estar contribuyendo a las acciones con las que nos han frustrado tanto. Al hacer esto, podemos ofrecer herramientas para ayudar a nuestros hijos a tener éxito en lugar de tratar de corregir las cosas que no son capaces de hacer por sí mismos.
Si eres un padre que tiene un hijo con TDAH u otro problema de aprendizaje y crees que tu hijo puede tener dificultades con la memoria de trabajo, considera la posibilidad de utilizar uno o más de los siguientes consejos/trucos con tu hijo:
Cada niño es diferente, y necesitarás tiempo de ensayo y error para descubrir lo que funciona para tu hijo. Ten paciencia y no te rindas. Pídele al Señor que te ayude a ver el corazón de tu hijo y permite que el Espíritu Santo te guíe mientras sirves bien a tu familia.