Generales
Ora por tus hijos
Los hijos son regalos confiados a los padres, quienes moldean su fe, carácter y dirección dentro de la seguridad del hogar. A medida que crecen y se adentran en el mundo, los padres continúan influyendo en ellos mediante la oración intencional y continua, intercediendo por protección, dirección y crecimiento espiritual. Esta cobertura espiritual ayuda a los hijos a afrontar los retos de la vida y a cumplir el propósito que Dios les ha propuesto.
La Biblia ofrece una imagen vívida a los padres: «Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba» (Salmo 127:4,5, NBLA).
Este pasaje representa a los hijos, no solo como bendiciones, sino como obras maestras, hechas a mano por Dios y diseñadas para una trayectoria divina. La aljaba que sostiene estas flechas, el espacio físico y el entorno espiritual del hogar, es lo que las protege hasta que llega el momento para ser lanzadas.
Dios ha puesto cada flecha (cada hijo) en manos de sus padres para una temporada determinada. Pero, sin un arquero, una flecha no puede cumplir su propósito. Su dirección la determina la persona que estabiliza la flecha, la apunta hacia su objetivo y la lanza hacia su destino. De la misma manera, los padres moldean el rumbo de la vida de sus hijos estableciendo bases de fe en el hogar, dirigiéndolos hacia Jesús y liberándolos con una cobertura de oración al mundo.
Cuando tus hijos salen de casa y ya no puedes vigilarlos, ya sea en el colegio, con amigos o en el trabajo, los padres deben soltar la cuerda del arco. Este lanzamiento es el clímax del discipulado, la intercesión y el amor que se ha vertido en los hijos. Sin embargo, aunque tus manos físicas ya no sujeten las flechas, tu influencia espiritual no termina. De hecho, aquí es donde las oraciones de intercesión de un padre se tornan cruciales.
Tras el disparo, una flecha comienza a alzar su vuelo. Mientras vuela, debe navegar por fuerzas externas, como el viento, obstáculos imprevistos o una puntería ligeramente desviada. A medida que los hijos vuelan, es trabajo de un padre cubrirlos en oración, no como último recurso, sino como un acto deliberado e intencional de guerra espiritual. Los padres deben orar para que el Señor los proteja de los vientos cruzados de la cultura, la presión de los compañeros y la oposición espiritual. Deben interceder ante el Espíritu Santo para protegerlos y corregirlos mientras surcan su trayectoria.
No importa en qué punto de tu camino como padre estás, aún queda mucho por hacer. La oración no está limitada por la proximidad. La oración es poder perpetuo. Como he dicho a menudo, quien controla los altares controla el resultado.
Las oraciones de un padre alejan la oscuridad, iluminan los lugares oscuros y alteran los ambientes en la vida de los hijos. Aunque tus manos ya no sujeten la flecha, las montañas que mueves de rodillas podrían ser precisamente lo que la ayude a acertar con éxito en su objetivo.
A medida que comienzan nuevas estaciones, nuevos cursos escolares, nuevas relaciones o nuevas carreras, no dejes que tus hijos salgan sin la cobertura de tu oración. Profetiza sobre ellos, declara las promesas de Dios sobre ellos y lánzalos hacia adelante en su destino ordenado por Dios.
Algunos versículos poderosos para orar cada día por un hijo son Josué 1:9, Números 6:24–26, Jeremías 29:11, 1 Timoteo 4:12 y Efesios 3:17–19. Comprométete a orar un versículo por cada hijo cada día y confía en que Dios, que es un padre fiel, mantendrá a Sus hijos en perfecta paz.
Rick Dubose, Assistant General Superintendent