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El legado de la fe

Cómo la crianza imperfecta de mi madre moldeó mi vida – Incluso en medio de la imperfección, la fe intencional de una madre y su confianza inquebrantable en Dios pueden dejar un efecto profundo y duradero en la vida y el futuro de su hijo.

El legado de la fe: Cómo la crianza imperfecta de mi madre moldeó mi vida

Permítanme comenzar afirmando que Dios obra a través de padres imperfectos y de una crianza imperfecta, porque, en realidad, ese es el único tipo de crianza que existe. Mi historia es un reflejo de la extraordinaria gracia de Dios y un tributo a los esfuerzos imperfectos, pero profundamente intencionales, de mi madre.

Mi padre no era creyente, mis padres se divorciaron cuando yo tenía ocho años y mi madre se enfrentó a importantes problemas de salud mental, como depresión clínica y ansiedad. A pesar de estas dificultades, estaba decidida a arraigar nuestras vidas en la fe. Comprendió que nuestra fuerza provenía de nuestra relación con el Señor y se propuso criarme como discípulo de Cristo.

Al mirar hacia atrás, veo las huellas de la gracia de Dios a través de los esfuerzos intencionales de una mujer extraordinaria: mi madre. Aunque su camino como madre soltera no fue nada fácil, ella se apoyó en su fe y modeló tres principios fundamentales que dieron forma a mi vida y a mi ministerio: confiar en el Señor, ser un ejemplo vivo, y la importancia de la Iglesia y de estar en una comunidad de creyentes. Estos tres principios, como una «banqueta de tres patas», eran esenciales para la estabilidad y el crecimiento espiritual:

1. Confiar en el Señor

Desde pequeño, mi madre me enseñó a confiar en Dios, sin importar las circunstancias. Proverbios 3:5,6 se convirtió en un versículo de vida en nuestro hogar:

«Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas» (NBLA).

La vida no era fácil para ella como madre soltera. Las finanzas eran a menudo escasas y la incertidumbre se cernía sobre ella. Sin embargo, siempre recurría a la oración y a la confianza en Dios. Recuerdo perfectamente estar en la cama, abrumado por las emociones, mientras mi madre cantaba:

¿Tienes algún río que creas que no se puede cruzar? ¿Tienes montañas que no puedas atravesar? Mi Dios se especializa en cosas que parecen imposibles, Y Él hará lo que ningún otro poder puede hacer.

Su fe era algo más que palabras: era una invitación a experimentar a Dios por mí mismo. Uno de los momentos más decisivos de mi vida ocurrió cuando todavía era un niño. Mi madre se arrodilló a mi lado en el sofá de la sala y allí hice con ella la oración de salvación. Ese momento de entrega a Cristo, sencillo pero profundo, se convirtió en la piedra angular de mi viaje en la fe. Me enseñó que depender del Señor no era un signo de debilidad, sino la mayor fuente de fortaleza. Su fe era contagiosa, e incluso en medio de sus lágrimas, era un ejemplo de cómo apoyarse en Dios en las tormentas de la vida.

2. Ser un ejemplo vivo

Mi madre creía que las acciones hablaban más que las palabras, y su vida reflejaba el carácter de Cristo. Aunque nunca tuvimos devociones familiares formales, las cosas de Dios estaban entretejidas en nuestra vida diaria. Ella oraba en voz alta, leía la Biblia todos los días y a menudo clamaba al Señor con una sinceridad que dejó en mí una profunda huella.

Deuteronomio 6:6,7 describe perfectamente su método:

«Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes» (NTV).

Hay un ejemplo muy claro. A pesar del dolor del divorcio, mi madre siempre trató a mi padre con respeto y fomentó la reconciliación siempre que fue posible. Su amabilidad se extendía a vecinos, miembros de la iglesia e incluso extraños. Estos actos cotidianos de gracia eran sermones sin palabras que me enseñaban lo que significaba vivir como Cristo.

Su fe no era teórica; era práctica y profundamente transformadora. Observar su devoción me inspiró a buscar mi propia relación con Dios, no por obligación, sino por ser testigo de la realidad de esa relación con Dios en su vida.

3. La importancia de la Iglesia y de pertenecer a una comunidad de creyentes

La iglesia nunca fue opcional en nuestro hogar, era fundamental. Mi madre comprendió el valor de estar rodeados de una comunidad de creyentes y lo convirtió en una prioridad para nosotros.

Los servicios dominicales, los estudios bíblicos entre semana y los eventos de los grupos de jóvenes no eran solo actividades; eran mi vida. Me animaba a participar activamente, ya fuera como voluntario en el ministerio infantil o uniéndome al equipo de alabanza. Para ella, la iglesia no era simplemente un lugar donde ir; era una familia a la que pertenecer.

Las amistades, la mentoría y el crecimiento espiritual que experimenté en esos años de formación son tesoros que llevo en mi propio ministerio hoy en día. El compromiso inquebrantable de mi madre con la iglesia me enseñó la importancia de construir una comunidad y de invertir en los demás como parte de nuestra vida de fe.

El legado de mi madre en mi ministerio

Aunque me doy cuenta de que son cosas muy sencillas, fui educado como discípulo antes de la invención de Internet, cuando había mucha menos información accesible y muchas menos herramientas para ayudar a un padre divorciado y soltero. La fidelidad de mi madre (a pesar de sus limitados recursos) influyó enormemente en mi discipulado.

Si Dios usó los sencillos esfuerzos de mi madre para dejar un impacto tan duradero, ¿cuánto más bendecirá tus esfuerzos estratégicos e informados para formar a tus hijos como discípulos hoy?

Con acceso a innumerables herramientas, recursos y sistemas de apoyo, las oportunidades para invertir en la fe de tus hijos nunca han sido mayores.

Mi madre no tenía una vida perfecta ni un manual de crianza detallado. Lo que tenía era una fe inquebrantable en Jesús y el deseo de ver a su hijo caminar en esa misma fe. Sus lecciones sobre confiar en Dios, vivir como un ejemplo y abrazar a la comunidad de la iglesia se convirtieron en la base de mi caminar con Cristo y de mi ministerio.

Si eres un padre que se pregunta cómo guiar a tu hijo en la fe, anímate con esto: no se trata de perfección, sino de persistencia. Confía en Dios, modela Su amor y mantén a tu familia conectada con el cuerpo de Cristo. Puede que no veas el fruto inmediatamente, pero Dios es fiel para completar la obra que ha comenzado.

Hasta el día de hoy, doy gracias a Dios por la fe inquebrantable y la fuerza tranquila de mi madre. Su influencia no solo moldeó mi vida, sino que sigue repercutiendo en las innumerables vidas que ha tocado mi ministerio. Su historia es un hermoso recordatorio de que un padre fiel puede tener un impacto eterno.